domingo, 9 de agosto de 2009

-Muy bien señorita Del Valle, una vez escuchado su testimonio procedemos a escuchar la resolución del jurado. Póngase en pie el representante, por favor.
-Buenas tardes a todos. Es importante aclarar que ha pasado tanto tiempo que estoy seguro que la señorita Del Valle recuerda vagamente los hechos tal y como se produjeron. Es cierto que a lo largo de su vida habrá herido a mucha gente y la lista de la que habla sea, a día de hoy, larga, pero no debemos olvidar lo complejo de las relaciones humanas y han de entenderse como un dar y tomar. Y lo mismo que esa lista puede ser infinita, le sugerimos señorita Del Valle, que desande el camino andado y confeccione otra lista titulada Todos y cada uno de los que me hirieron. Comprenderá entonces lo que le digo y es probable que los conceptos perdonar y ser perdonados adquieran para usted otra dimensión. Es más, le aconsejo que al lado de cada una de las personas de la lista incluya las razones por las que la hirieron y entonces se pare a pensar cuántas de todas esas heridas no ha curado el tiempo. Estoy casi seguro que serán las menos, a lo sumo dos o tres, porque parece usted, señorita del Valle, una persona capaz de sobreponerse casi a cualquier cosa. Y si mis datos no fallan lo ha hecho en multitud de ocasiones, como estoy convencido que lo hará cada vez que la ocasión lo requiera. En cualquier caso le recordamos que, dado que la conciencia carece de sensibilidad alguna y puede volverse realmente molesta, cada vez que lo sienta pedir perdón sigue siendo el mejor remedio y hasta el momento no parece que eso vaya a cambiar, quién sabe si en un futuro inventarán unas pastillas contra la mala conciencia… Pero volvamos ahora a lo que nos ocupa, a su presente, a su situación actual, y empecemos por ejemplo por los cuatro días que ha pasado en España. Dice usted, y cito textual: “he sido la yo de antes” y este jurado no puede dejar de preguntarse si usted libremente y sin coacción alguna ha elegido la vida que lleva ahora y además no pretende volver a corto plazo, y cito textual: “por el momento no hay quien me eche de aquí”, ¿qué es lo que falla? ¿no debería plantearse qué es lo que le impide ser completamente feliz? ¿qué es lo que le impide disfrutar de lo que, sin duda alguna, es más que una victoria personal? Y aún más, este jurado, si me permite la licencia, considera que es algo más importante que cabos mal atados, algo que por más que obvie toda la vida no va a desaparecer. Debería usted tener la certeza absoluta de que los problemas se resuelven enfrentándolos, y que hacer como que no existen nunca es una buena solución. Voy a utilizar, si me lo permite de nuevo, la misma metáfora que ha empleado usted, los problemas son como las mentiras, le pisan los talones y al final le harán caer por su propio peso. En cualquier caso, señorita Del Valle, este jurado la considera completamente inocente y la absuelve de todos los cargos. Tenemos la absoluta seguridad de que los problemas de los que usted habla son suyos y sólo suyos y eso es algo por lo que no se la puede juzgar. Para conseguir que los demás la perdonen, si es que en algún caso es eso necesario, creemos que es absolutamente imprescindible que se perdone usted primero. Será entonces, señorita del Valle, cuando pueda volver a dormir bien… y a soñar mejor.

*Para mi señorita Del Valle particular, creo que es hora de que recuperes la seguridad y la confianza, en definitiva la autoestima. Según mi experiencia es el único camino para ser feliz, y cualquier día es un buen día para empezar.

domingo, 2 de agosto de 2009

Si no existieses habría tenido que inventarte.

Ella ya no siente tan suya la ciudad, ahora necesita un día para volver a sentirse en casa. Home, sweet home. Ha olvidado los paseos a las siete de la mañana a lo largo y ancho de una ciudad que nunca duerme, la luna se derrama los sábados como espuma de cerveza. Madrid son las cuentas pendientes y las saldadas. Te deja sin fuerzas, te obliga a vivir cada segundo, te sobra el aire alrededor. No hay tiempo que perder. Y casi has olvidado que no puedes descuidarte, si te das la vuelta algún buscavidas te roba la cartera. Lo mismo que siempre hay un caradura de barra de bar dispuesto a llevarte a la cama. Y es que MadriZ es la única ciudad en la que es posible enamorarse siete veces al día. Y no sé si creo o no en el destino, pero la experiencia me ha demostrado que hay señales a las que hay que hacer caso. No es el miedo. El miedo es lo que se siente cuando por mucho que hagas el desenlace es inevitable. Cuando ya no puedes hacer nada. Pero si queda un resquicio de esperanza, una forma de cambiar el mundo por pequeña que sea… entonces no es miedo, es cobardía. Y si las cosas están bien así, ¿qué hay ahí dentro que no te deja respirar? ¿por qué siento que tus ojos ya no brillan como antes?

Estos días, entre copa y copa intenté decirte que nadie más que tú puede cambiar tus límites. Han sido cuatro días increíbles, y lo que está por venir, sólo sé que pensé que era el momento de hacer algo antes de darnos cuenta de que estaba pasando otra vez.



Touché.