lunes, 9 de noviembre de 2009

Vamos a comernos tú y yo el mundo.

Reconozco que ha sido complicado empezar en París, y créeme, lo has hecho mucho más fácil. Eres impulsiva, rebelde, un animal social. Serías capaz de mover cielo y tierra hasta conseguir eso que te has propuesto. Juzgas a la gente muy deprisa, demasiado, pero igual para lo malo que para lo bueno. He descubierto muchas cosas de ti, que haces demasiadas listas, tantas que haces hasta listas de las listas; que tienes muy buen despertar (eso me encanta); que te sientes más granadina que alicantina; que eres muy amiga de tus amigos. Tú no lo sabes, pero me has hecho sonreír hasta en los días malos. Tienes tus cosas, por supuesto, como ser capaz de amontonar todo tu armario encima de la cama y después meterte a dormir debajo como si nada. O escuchar la misma canción veintisiete veces seguidas. Tu francés me da tanta envidia como tu capacidad de decir las cosas que piensas tal y como las piensas. Seguridad y fortaleza como tarjeta de presentación, hay que cruzar la barrera. De las que nunca lloran. Confieso que tenía ciertas dudas al principio, pero aunque lo dijera entre copa y copa conocerte es de lo mejorcito que me ha pasado desde que llegué. Y tengo claro que si no nos hubiésemos conocido habría sido... otro Erasmus.


Para R. con todo el cariño del mundo.