jueves, 15 de abril de 2010

Minha cor favorita é o verde por culpa de teus olhos (ou primavera).

Si alguien decía por ahí que marzo fue un mes de locos esperemos a ver cómo acaba abril. Más decididos y menos cobardes, hemos perdido el gran miedo a los cambios, por mucho que a día de hoy desconozcamos las consecuencias que traerán consigo. Hemos aceptado barco, que no vale la pena estar sentado esperando, que es mejor mover el culo y acercarte bien cerquita, hasta decir que síqueesesoloquequiero. O toma nota, noloestáshaciendotanbien (y me dueles como sólo tú sabes hacerlo). Y nos devolvemos la sonrisa, una de ésas que dicen lo siento. Hemos cambiado los límites y llamado a las cosas por su nombre. Los rayos de sol han sacado lo mejor de cada uno, y la adrenalina primaveral ha pisado fuerte en los ánimos. Demasiado largo el invierno este año. Las emociones cambian, y hasta nos sentimos más positivos, con ganas de resolver cosas que dejamos pendientes (que no olvidadas) y a las que parece haberles llegado el momento. No fuimos capaces de olvidar, pero sin dolores, sin rencores esta vez. Sin manchas en la memoria. Que el tiempo al tiempo es sólo una pérdida de recursos. Nos atragantamos hablando de libertad, y sí, miramos diferente, más de frente, más profundo, con las ganas de todo a punto de ebullición. Como perdiendo la fuerza por la boca. Las historias fluyen solas, menos artificiales, y con una sola condición, que lo que venga después sea mucho mejor. Nos entendemos en idiomas diferentes, y hemos descubierto que son más las semejanzas que nos unen que las diferencias que nos separan. Que entre dos mundos opuestos son precisamente esas diferencias las que nos cosen irremediablemente. Nos hemos puesto a prueba y hemos perdido el miedo a complicarnos la vida, a darle la vuelta a la historia. Que podemos saltar desde esa azotea con las mejores vistas de la ciudad, si es de la mano, que la magia nos salvará. Y sólo quedarán las marcas sobre la piel. Y qué si nos arrepentimos, ya habrá tiempo para eso después, si perdemos al menos hemos ganado historias que contar. Pero esperemos a ver la palabra fin sobre el fondo negro. Y una vez afrontado que el miedo, cuanto más le dejas, más se crece, pueden más las mañanas bonitas, los besos, las sonrisas, las canciones y todas las demás debilidades humanas. Incendios de nieve y calor. Sin dudas. Sin reproches, no somos iguales, todos comparamos y elegimos, y son esas decisiones las que dan forma a nuestros días, las que definen si el camino es recto o una sucesión infinita de curvas y recovecos. Hay días que somos sonrisas y otros lágrimas, pero creemos firmemente que hay cosas que no pueden dejarse pasar y andamos apostando todo a doble o nada. Que tenemos dudas, miles, millones. Pero aprendimos a mirar con ellas entre los dedos. Y a tientas, dos meses y vamos camino de descubrirlo casi todo. Y todo lo demás es lo de menos. Cerveza en mano y a morro, como las chicas duras, y nos sentimos invencibles, una Superwoman en medio de un planeta de locos, de una noria de vida y yo… le pido una prórroga al tiempo, un pacto entre él y yo para que pierda poco a poco su velocidad. Vámonos juntos al fin del mundo ahora que podemos, que tengo miedo de volver y descubrir que todo sigue igual.