martes, 10 de agosto de 2010

Dame los cuatro minutos que dura la canción.

Había olvidado por qué hacía ciertas cosas. Cosas de la rutina, supongo. Hasta que aparece alguien. Algo. Recordé por qué y todo volvió a empezar. Y aprendí que los silencios pueden decir mucho más que las palabras, y que una sonrisa puede derretir hasta el hielo. Que el miedo es tan humano como tú y como yo y que también forma parte de la historia como aliado, no como enemigo. Descubrí que hay algunos sueños de los que no despertaría nunca y que otros desaparecieron una vez saldadas las cuentas pendientes. Que todos los domingos pueden ser astrománticos. Que las borracheras las carga el diablo y que el mundo no gira para todos a igual velocidad. Que se puede vivir en un caos espacio-temporal si es acompañado. Tardé en olvidarte porque con el tiempo lo habías descubierto casi todo, mi mancha de nacimiento, mis debilidades, mi forma de sonreír. Aprendí que para enamorarme soy instantánea, como las polaroid, pero para olvidar soy justamente lo contrario. Y descubrí que cuando es, es cómodo, no da miedo, no asusta, y sobre todo es fácil. Sin complicaciones. Que sólo se puede tener miedo del futuro, que el pasado está hecho y el presente es hoy. Y de hoy no tengo miedo. Me sorprendí al reconocer que cada uno tiene su versión y que no existe una verdad universal, ni puta la falta que hace. Sentí que todos merecemos al menos una segunda oportunidad, y algunos incluso tres o cuatro, sólo para que no nos echemos de menos, si no de más. Y es curioso, supe que me sientan bien las camisetas de rayas sólo por tu manera de sonreír al abrir la puerta. Perdí la razón  y las ganas quedándome hasta el final y aflojé la cuerda justo un segundo antes de romper. Decidí una mañana de nieve que me iría contigo al fin del mundo, así, sin pensármelo dos veces y cuando tuve tiempo de pensarlo, entonces no quise pensar más. Que todo es más fácil cuando alguien te quiere con locura, aun a miles de kilómetros de distancia. Me tiré al precipicio sin red y con los ojos vendados, con la seguridad de que me vas a sujetar si me caigo. Descubrí que la afinidad la ordena el azar y que son las mismas elecciones las que harán que nos crucemos una y otra vez. Eché de menos MadriZ y encontré todo tal y como lo dejé en septiembre, hace ya casi un año. Pero no importa, he aceptado que hay planes que generan dudas como tendré que aceptar que nos sienta bien pelear…