sábado, 29 de noviembre de 2008

Hay días en los que crees estar viviendo una mala película, de las que nada más empezar estás deseando que termine. Y terminó. Casi antes de que nos diéramos cuenta, y dejando tras de sí una extraña sensación de alivio, junto a un enorme vacío que se nota, se huele, se siente.


Sólo tú eres capaz de llevar encima un bloc de dibujo tamaño super en momentos como ésos. Me asombra tu capacidad de poner todo en trazos, de pensar en trazos, de sentir en trazos. Me hiciste sonreír al darle la vuelta al papel, aunque piense que me has dibujado demasiado guapa. Será porque los artistas veis la vida con otros ojos. O quizá porque me quieres demasiado.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Eres fuerte, y mucho, lo que pasa que no lo sabes. Aún.

Créeme que lo pienso y me lo digo sesenta veces cada minuto, sesenta minutos cada hora, veinticuatro horas cada día. Por si de tanto repetirlo al final me lo acabo creyendo. Y mantener el tipo nunca ha sido lo mío… pero esta vez están en juego las tres personas más importantes de mi vida. Y sé que ésta, por muy dura que se presente la batalla, también la vamos a superar entre los cuatro. Por mucho que se nos haya torcido la vida en una semana. Por mucho que ahora las lágrimas me impidan ver más allá. Por mucho que tenga que aprender a llorar hacia dentro mientras pongo mi mejor sonrisa por fuera.

martes, 25 de noviembre de 2008

Últimamente no tengo corazón

Cuento hasta diez para no perder la calma. Puedo mirar a quien me mira, soñar con quien me sueña, pensar sólo en quien me piensa. Mejor cuento hasta veinte. No quiero hacerte (más) daño. Puedo pensar que no hay nadie más, desear que no haya nadie más. Treinta y uno, treinta y dos... Crees que puedes conformarte con un beso. Quieres creerlo. Crees que puedes esperar a que yo me dé cuenta de que puedes hacerme feliz. Cuarenta y cinco. Podríamos tirar del tiempo a ver si tenemos suerte. Pero tu tiempo es sólo tuyo, lo hemos hablado un millón de veces. Sesenta, sesenta y uno, sesenta y dos… Podría acostumbrar a mi corazón a que se acelere cuando te acerques, a que de un vuelco si me tocas, a que me impida respirar con normalidad si me besas. Setenta. A ser feliz contigo, si es que se deja. Setenta y cinco. No negaré que a veces duela pero te mentiría si supiese por dónde empezar. Ochenta y uno, ochenta y dos… Me faltan las palabras para gritar en silencio que no, que no tengo besos de sobra, y por mucho que quiera no puedo elegir con quien soñar. Noventa y siete, noventa y ocho, noventa y nueve…



Al segundo cien descubrí que nada de esto tiene sentido e hice un pacto con el cielo, infinito.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Cuántas cosas han cambiado desde que no nos miramos

Olvídalo absolutamente todo, volvamos a empezar. Ven aquí y cómeme a besos hasta que el espacio y el tiempo pierdan el sentido. Mírame como sólo tú sabes y te juro que en ese instante soy capaz de ordenar que se detengan todos los relojes del mundo. Abrázame hasta que me duela, hasta que me falte el aire, hasta que tenga que besarte para no morir de asfixia. Ponte muy serio y dime que tu amor no tiene dueño pero que conmigo vas a hacer una excepción para toda la vida. Sonríeme si te digo que cuento el tiempo que falta para volver a vernos. Quítame la ropa, despacio, hasta que pierda el control y sólo me quede rendirme. Dime al oído que has decidido recuperar cada una de las horas perdidas. Mátame a cosquillas hasta que me cueste respirar con normalidad. Préstame tus alas cuando esté a punto de caer, o cáete conmigo porque si estamos juntos nada malo puede sucedernos. Tírame una bola de papel desde tu terraza que diga de tu puño y letra que no puedes esperar para volver a verme. Lárgate cada mañana besándome a traición. Convéncete de que el miedo solo es la excusa para no intentarlo, y que no tenemos nada que perder… y algo que ganar si nos sale bien.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Y es que tú y yo ya no somos como el resto del mundo

Pierden el tiempo, las dos están perdidamente enamoradas. Pero han decidido que no es el momento a pesar de ser plenamente conscientes de que lo suyo sigue ahí, flotando en el aire, igual que al principio. Se han concedido una última noche para después seguir con su vidas comosinohubierapasadonada. Pero han descubierto demasiado tarde que ha sido peor el remedio que la enfermedad.

Cada día me gusta(s) más.

Me cuentas que ahora está enfadada mientras pienso en la mejor manera de abrirte los ojos y evitar otra historia sin final, y justo cuando estoy a punto de encontrar la solución te oigo decir que saliste corriendo detrás de ella, cómo no ibas a hacerlo si ella es lo más importante de tu vida, que se subió a un autobús sin destino conocido y tú te subiste detrás, sin perder ni un solo segundo en pensar en nada más. Se me caen todos los esquemas a la altura de los zapatos y no puedo evitar enfadarme, solo un poco, que ya sabes que contigo no sé enfadarme. Ella es lo más importante de tu vida, y sin embargo la estás dejando marchar. Te quiere, y tú la quieres, pero os puede el orgullo a las dos. Yo lo veo clarísimo, pero está visto que desde fuera las cosas siempre se ven de otra manera. Te sabes bien la teoría, dijiste, pero suspendes en la práctica...



...y ya no supe qué decir.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Tengo la cabeza llena de pájaros a menos de un mes de exámenes. Para ser sinceros no me importa demasiado, me paso las horas (re)ordenando mi lista de prioridades. Gracias a ello he descubierto que mis miedos han caído casi a la altura de la bolsa y que a cambio, mis sueños duplican el valor de sus acciones a una velocidad que no soy capaz de asimilar. Así que todos los que tenéis alguna espero que os sirva como dosis extra de optimismo, especialmente que te quedaste con más del cincuenta por ciento y a día de hoy, tienes el control de mis sueños. Pero no te descuides porque me siento capaz de todo, hasta de recuperarlo. He perdido el miedo a vivir, a equivocarme, a ser feliz. Empiezo a pensar que algo o alguien hace el trabajo duro mientras yo me dedico a cerrar los ojos y desearlo mucho. Y así es como se van cumpliendo, uno por uno. Ahora que lo pienso podría probar también con los tuyos y encontrar así el punto donde convergen los sueños, los nuestros...

sábado, 15 de noviembre de 2008

Sólo es cuestión de una mirada, un gesto, un guiño, una señal

Veinticuatro horas sin dormir después llego a casa al tiempo que la ciudad empieza a despertar –malditos atascos, maldita ciudad, maldita escuela-. Aprovecho como puedo las dos horas que quedan y enfilo a la universidad mientras pienso cuántas ganas tengo de acabar con este ritmo que me mata. La clase se convierte en una especie de murmullo monótono, qué ganas tiene esta mujer de hablar. Te miro y me río, tampoco has dormido y estás a punto de cabecear en la silla. Aun sonrío cuando recuerdo cómo entraste de golpe en mi vida hace ya más de cuatro años. Nos sentamos al lado la primera clase de nuestra historia universitaria, matemáticas I, y todas las que vinieron después ese primer año. Recuerdo exactamente lo que pensé de ti. A partir de ahí nos faltaron horas para compartir risas y agobios a partes iguales, para ponernos al día de nuestra vida anterior a la universidad. Hoy falta una pieza del puzzle, y nos costó mucho asumirlo, en mi caso porque me quedé sin elegirlo con el papel más difícil, en el tuyo porque fuiste la primera sorprendida. Pero el tiempo pone todo, y a todos, en su lugar.

Anoche, pese a no haber dormido, fue una de las mejores noches en mucho tiempo y mientras el taxi cruzaba Madrid no podía dejar de pensar qué va a pasar cuando todo esto se acabe y vuelvas a tu ciudad, algo que tarde o temprano va a suceder. Y no podemos dejarnos absolutamente nada por hacer, así que vamos a empezar ya...

domingo, 9 de noviembre de 2008

El problema no es dejar sino el vacío que se crea entre dejar y asimilar

Aún hay gente que piensa que estamos juntos, no se dan cuenta que hace años que dejaron de brillarme los ojos al mirarte. A veces lo hago y no puedo evitar pensar cómo sería todo de distinto si nunca nos hubiéramos roto el alma en pedazos. Me creí incapaz de recomponerla, pensando que algunos se quedarían por ahí perdidos, y olvidados dejando espacios vacíos, culpables de que nada, empezando por mí misma, volviese a ser igual. No he querido a nadie como te quise a ti y nunca me importó nada de lo que el mundo tuviese que opinar. Me quisiste primero y me enseñaste a quererte después, con la dulzura y la paciencia infinita de la primera vez. Y casi sin darme cuenta dejé de respirar mi aire para respirar el que tú respirabas, y sólo el que tú respirabas. Dejé de pensar primero en mí para que tú fueses la única prioridad. Me pilló de nuevas, sin haber aprendido todavía que no se puede ir por la vida dándolo todo sin una coraza que te proteja cuando se tuerzan las cosas. Me quedé sin fuerzas hasta para soñar mis sueños; soñaba los tuyos. Y de la noche a la mañana tuve que aprender a vivir sin ti, en una lucha que yo creía perdida de antemano. Enfermé de tristeza. Sufrí con todas mis fuerzas, como sólo sufren los que aman con todo el alma, sin reservas, sin armaduras que valgan. Pasé noches buscando con verdadera desesperación la manera de recomponer una historia destrozada. Y me quedé sin lágrimas al mismo tiempo que descubrí que no había más cuerda de la que tirar porque hacía tiempo que estaba rota. Egoístamente nunca me paré a pensar si yo habría dejado en ti el mismo vacío que tú dejaste en mí. Tampoco te lo pregunté. Me dediqué a odiarte con todas mis ganas, me odié por haberte querido alguna vez, y mucho más por no poder dejar de hacerlo. Me volví a equivocar y con el tiempo le gané la batalla a mis recuerdos. Hoy es una etapa más de mi vida que está completamente cerrada. Y superada. Hemos aprendido a convivir marcando unos límites que nunca pactamos pero que los dos conocemos. Y aunque no te lo digo, deseo con toda mi alma, de nuevo intacta, que seas feliz. Pero sigo preguntándome por qué, casi tres años más tarde, soy incapaz de quedarme con lo bueno dejando que sean los malos recuerdos los que hagan sombra y empañen la historia.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Enséñame tus manos

- Te podria describir cómo es tu mano y las lineas...sin mirártelas...
- Tengo millones de líneas...
- Seguro que tienes las tres líneas principales muy marcadas... ¿eres diestra?
- Sí.
- Vamos a hacer una prueba a ver qué pasa... mírate la mano derecha, a ver si es así, mano pequeña ¿verdad? Tienes tres líneas principales, la de arriba es la emocional, seguro que está muy marcada, profunda, quizá con algun tipo de trazado, y acaba justo debajo del dedo corazón pero en vez de hacia arriba más bien recta hacia el final...
- Sí, muy marcada y con trazado, más o menos recta sí...
- Justo lo que esperaba... La emocional era fácil, porque eres una tía con una gran intensidad emocional, muy muy sensible, y tiendes a la inestabilidad emocional y a no expresar los sentimientos... vamos a hacer otro intento a ver si acierto... ¿ves dos líneas más? otra horizontal a mitad de la mano, ésa es la línea intelectual, y otra que genera casi un cuarto de círculo en torno a la base del pulgar, la de la vida.
- Sí, la intelectual y la emocional casi paralelas, la otra la veo también...
- Espera, sin pistas. La intelectual para empezar está muy marcada, e inclinada... formando un ángulo con la horizontal, ¿30 grados más o menos?
- Más o menos...
- Y en su comienzo está unida a la línea de la vida, de hecho están muy cerca...
- Unidas...
- ¿En todo su trayecto?
- No, al comienzo sólo...
- ¿Están cerca?
- Más o menos... no sé cuánto es cerca para ti...
- Me lo imagino, a grandes rasgos esto es: eres una tía con inquietudes intelectuales, dependiente de la gente, no demasiado, pero te gusta tener a alguien cerca, precavida por lo general... y creativa.
- Sí, bueno, bastante precavida...
- Más... a lo largo de la línea intelectual, más tirando al final, juraría que sale una línea más pequeña, una especie de bifurcación.
- ¡Salen muchas líneas! Tengo la mano llena de líneas... ¿al final para la derecha o para la izquierda? ¿Hacia arriba o hacia abajo?
- Hacia la izquierda y hacia abajo, la tienes seguro...
- Sí, hacia la izquierda y hacia abajo sí, es enorme y está unida a la emocional...
- Eso esperaba... es la línea del escritor.
- En realidad en vez de tres líneas, tengo cuatro muy marcadas, como una M.
- Ya, eso creía... más cosas, mírate el pulgar. En lo que tú consideras el final del pulgar, donde empieza la palma ¿ves una especie de trencita?
- Sí...
- Eso está bien, das importancia a tu familia, a tus raíces... ¿ves que el pulgar tiene dos partes? No estoy segura de cuál tienes más larga, diría que la parte de abajo, pero no puedo afirmarlo con rotundidad...
- Un poco más la de abajo, pero no mucho más, casi iguales.
- Lo sabía, ¡soy bruja!
- Lo que estás es loca...
- Supongo que todo este volcán emocional que tienes lo intentas ocultar, tendrás las uñas más o menos decentes ¿no?
- Sí, más o menos decentes...
- Los dedos... diría que para tener una mano pequeña no tienes los dedos pequeños.
- Bueno, más o menos largos dentro de la pequeñez...
- Tal y como esperaba, tiendes a acabar las cosas que empiezas... no eres tan eficiente como la gente de dedos cortos pero te tomas tu tiempo para terminar lo que empiezas.
- ¿La gente de dedos cortos es más eficiente?
- No es eficiente la palabra... son capaces de hacer más cosas a la vez, más rapido... aunque un poco más chapuzas. A ver, acércate la mano... ¿tienes algo torcido el dedo corazón hacia el dedo índice?
- Un poco torcido, pero no mucho...
- Bien, orgullosita... ¿Tienes el dedo anular un poco torcido?
- Un poco, sí...
- ¿Hacia dónde? ¿hacia el corazón?
- Hacia el pequeñín, pero no un poco, bastante torcido.
- Jajaja, eso creía... ése es tu miedo a presentarte a concursos, porque crees que lo que haces no es suficientemente bueno.
- ¿Eso explica todos mis miedos?
- Todos no... solo los relativos al ámbito creativo. Espera, falta una cosa... ¿ves el montecito que genera la línea de la vida? En la base del pulgar, en la parte inferior derecha de la mano, ¿está mullidita no?
- Sí...
- Tampoco espera menos jajajajajajaja...
- Um... ¿eso qué significa?
- Momento de expectación... eso es... gusto por los placeres carnales.
- Jajajajajajajajaja.... entonces no tan mullidita... empieza a incomodarme la situación...
- Todo se sabe... nunca lo había hecho a la inversa, es toda una experiencia... por último, ¿tienes unas líneas horizontales en el perfil izquierdo de la mano? En la parte media-baja...
- Sí, tengo mil, cortitas y horizontales, a lo largo de todo el perfil...
- Lo suponía... significa que no te gusta la rutina, que necesitas que cada día sea distinto al siguiente,y que te gusta viajar.
- Bueno, bueno...
- No está mal para conocerte de cuatro días... mañana te enseño la mía para que veas que no todas las manos son iguales.
- Me muero de ganas de comprobarlo...

Y así es como ayer mis dudas acerca de la quiromancia fueron menos infinitas... Ahora, descuida que te deje hacerme también un análisis grafológico, y no tendré nada más que esconder.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Tu me manques

Lo pensaba mientras llegaba tarde a buscarte. Los aeropuertos, esos sitios en los que si miras atentamente descubres lo difícil que es para las personas cargar con el peso de las emociones. Por cuestiones del destino llevo a la espalda muchos momentos de aeropuerto, cortos y largos, dulces y amargos, de reencuentros y de despedidas. Es un lugar que me produce infinitas sensaciones, se agolpan los recuerdos y siempre consiguen que me invada la nostalgia. Me cuesta poner en palabras el escalofrío que me recorre cada vez que camino por los pasillos de Barajas pensando en la cantidad de historias que fluyen por cada metro cuadrado.

Vienes volando, y volando otra vez te vas. Cuatro días reducidos a dos en los que mientras nos ponemos al día desde la última vez que nos escribimos aprendes a descifrar los misterios de Versalles y La Tourette de la que desconocías hasta el nombre. Revuelves toda la monotonía de mi vida... me quedo sin segundos libres... me escribes en los márgenes de los apuntes para que no me olvide. Ha dejado de ser un drama para convertirse en parte de la historia. Y quizá por eso disfruto más cada momento. Vuelve pronto, anda.