miércoles, 24 de diciembre de 2008

Bombillas de diseño que lucen al compás del abrir y cerrar de las carteras. Mazapán antidepresivo para hacer frente al sabor amargo de la crisis. Caminar rodeado de millones de personas por las calles del centro y aún así notar su ausencia. Villancicos con letras que rozan lo absurdo. Fotos que congelan sonrisas forzadas al brindar por un nuevo año que lo único que tendrá de nuevo será la última cifra. Niños que depositan su ilusión en forma de zapato bajo el árbol. Árboles cubiertos de regalos que compensan vidas vacías. En contra, asientos también vacíos que hace un año no lo estaban. A favor algún que otro nuevo ocupante. Echar de menos a los que no están y discutir con los que están. Reyes Magos bilingües que entienden de nuevas tecnologías. Atascos en un último esfuerzo por evitar la cena en casa de la suegra. Anuncios de colonias que no anuncian colonias. Anuncios a todas horas. A partir del día uno... como particular banda sonora de la larga lista de propósitos que nunca vas a cumplir. Doce campanadas a canjear por doce nuevos sueños. Oro, rojo y cava para desear que este año me desees. Compañías telefónicas que hacen su particular agosto en diciembre. Brindar por tener la oportunidad de brindar un año más. Pasar la última noche del año contando chistes, o riendo los (malos) chistes de la uno. Besos, besos, besos, no dejar para mañana lo que puedas besar hoy. Ser feliz aplicando la cantidad de alcohol adecuada. Resaca para olvidarlo todo hasta el año que viene. Hacer balance y que todo dependa del dolor con que se mire. Vivir en un mundo cada año menos cuerdo. A todos, a los de cerca y a los de lejos, feliz Navidad.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Tu vida a cambio de mi sonrisa. Y viceversa.



Te dedico mi sonrisa porque lloras siempre que nos (re)encontramos. Porque sufres cuando yo sufro. Porque sientes que me fallas cuando te siento más cerca que nunca. Porque coges un vuelo para venir a verme aún teniendo que regresar en menos de veinticuatro horas. Porque cada vez que vienes me inyectas tal cantidad de fuerza que sería capaz de comerme el mundo. Porque últimamente tu nombre aparece en la pantalla de mi móvil al menos una vez al día... y lo reconozco, lo necesito. Porque nadie me hace reír como tú, y lo has conseguido, incluso el fin de semana que parecía más imposible. Porque siento que cada día estás un poquito más cerca de entender que a las personas se les juzga sólo por lo que son. Más cerca de la felicidad. Porque lo haces todo tan fácil... Porque sólo tú conoces lo mejor y lo peor de mí. Lo que siento y lo que pienso, las razones por las que río, por las que lloro, por las que vivo. Porque las cosas se van ordenando solas, sin querer. Porque me entiendes, te entiendo... nos entendemos. Porque lloras siempre que nos despedimos mientras pienso que nada (ni nadie) puede hacer que esto cambie.



Felices 22. Te adoro, así, con todas las letras. Y desde aquí igual que si estuviera allí.

martes, 9 de diciembre de 2008



Haznos un favor a todos los que te queremos y vuelve pronto a sonreír. Aún no sé cómo, pero lo superaremos.