sábado, 19 de septiembre de 2009

The way you looked at me when we met.

No importa nada porque hace tiempo decidí que no merecía la pena pensarse las cosas del corazón si no quería perderme ni uno sólo de los momentos intensos que me corresponden. Que ya había pensado demasiado y dándole tantas vueltas a las cosas sólo conseguía que perdieran el sentido. Así que no importa que nos conociéramos justo antes de mi viaje. Ni importa por qué me llamaste al día siguiente, y al siguiente del siguiente. No importa de dónde salió la magia, ¿era luna llena…?, ni importa que no echáramos a correr cuando aún podíamos, ni que no te partiera la cara aquella noche en la que sugeriste que aún estábamos a tiempo. Y no lo hice porque sabía que volverías a llamarme. Y me llamaste. Y no importa por qué. Ni importa por qué me gustaba acariciarte la nuca cuando me besabas y que me dieses besos en la frente. Lo que verdaderamente importa es que tú estás en Madrid y yo en París, y aún así creo que el mundo es un poco menos malo porque existes. Me gusta esta ciudad, pero siento que se me queda un poco grande, grande y complicada, y hoy eché de menos MadriZ en general... y a ti en particular.


Las despedidas son promesas llenas de reencuentros. 

lunes, 7 de septiembre de 2009

Y yo me quedo aquí a tu lado, y el mundo me parece más amable, más humano. Menos raro.


Al menos todo sirvió para darme cuenta de que lo único que echaba de menos era encontrar una persona que mereciese la pena. Y tú la mereces, y mucho. Lo supe los primeros cinco minutos, entre las 3.44 y las 3.49.
Y es una verdadera putada saber que me podría acostumbrar en un momento a tu olor. Y a tu sonrisa. A tu sonrisa también.
Me gustas cinco veces más de lo que pienso admitir.