lunes, 26 de enero de 2009

Y todo tiende a huir y vuelve a empezar, y cambia de impresión cada vez que respiras.

Enero se fue de puntillas y apenas me enteré. Volví de París, agotada, con la sensación de haberme dejado allí una parte de mí y los días acabaron por convencerme de que es mucho mejor así. Paseé a orillas del Sena, compartí una chocolatina con un taxista, pronuncié mi número de móvil en inglés y en francés, y tuve que reconocer que sí, que en el fondo me gusta como suena le français. Paseé toda una tarde bajo la lluvia y me sentí más niña que nunca cuando encontré la foto más bonita del mundo, allí colgada, gritándome que te la trajese. Y te la traje. Perdí al tenis pero me hice imbatible en las carreras, no tengo rival como piloto. Hice mil planes y por primera vez, no cumplí ni uno solo. Descubrí que allí los chinos no son tan chinos, que los franceses borrachos son un coñazo y que el pain au chocolat no es más que una napolitana de chocolate con mejor sonoridad. Comprobé con asombro que el metro cierra más tarde los fines de semana, y que el vino en botella sabe mejor. Que allí todo sabe dulce, beben cerveza de frambuesa, agua con sirope de melocotón... y París me supo a ti mientras dormía la siesta sobre tu colchón. Me sorprendí de lo distintas que eran ahora nuestras vidas y se me ocurrieron mil motivos más que añadir mientras sonaba Wonderwall una y otra vez. Tomé aire, respiré hondo e hice un pulso cabeza y corazón para descubrir que el egoísmo es inherente a algunos seres humanos. Volví a perder el control como he perdido la capacidad de entender, si es que alguna vez la tuve, y me quedaron cosas por decir, pero menos. No quieres (dejarme) descubrir si la distancia hace el olvido. Cargué las pilas, disfruté de una ciudad llena de locos y dejé mil cosas por hacer. Para la próxima.

Ya lo sabes, te espero la primera semana de marzo...

lunes, 12 de enero de 2009

Deja que los coches te salpiquen cuando pasen, que mojen tu risa con su puta prisa...


Despierta, desperézate, colecciona amaneceres. Camina, habla, sueña despierta y dormida. Lee, observa, besa, desea, siente con las yemas de los dedos, deja que los sueños se cumplan. Elige y equivócate – arriesgar que se llama-, muerde tus heridas. Apaga el móvil, ordena tu día en post-its, pinta en los coches empañados, acaricia los recuerdos en color. Deja de esperar, siente más y piensa menos, aprende a ser resolutiva. Estrena zapatos, píntate los labios, ve a esa exposición. Pierde el miedo, sonríe a tiempo completo, olvida de dónde vienes, inventa hacia dónde vas. Fotografía tu sonrisa, memoriza su olor, aguanta la respiración, ponte en su lugar. Sal a buscar, tararea tu canción favorita, cierra los ojos y ponle final (feliz).

domingo, 11 de enero de 2009

La vida te lleva por caminos raros

Tú acumulabas trofeos mientras soñabas con ganar algún día el mundial; yo soñaba con ser cualquier cosa que no fuese arquitecto. Tú enredabas durante horas los dedos en mi pelo; yo descubría un mundo desconocido en tus ojos verdes a juego con la línea de metro que volaba hasta tu casa. Tú sonreías al verme vestida de uniforme, yo aprendí a poner cara de no haber roto un plato -cuánto me ha servido después-. Tú presumías de conquistas, yo aprendía la destreza de las manos lentas debajo de la ropa. Cuántas tardes tirados en un parque del que no supe jamás el nombre... nunca te dije que yo era de besos lentos y fuiste la primera vez que lloré. Qué niños éramos.

Con el tiempo tú cambiaste el mundial por la economía y yo... yo nunca me convertí en bailarina.
Para V. con nostalgia.

viernes, 9 de enero de 2009

Borré todas mis huellas por no correr detrás de mi pasado

A nueve días del nuevoañonueve todo sigue casi igual. Diciembre dejó cicatrices que duelen cada día un poco más, cada semana un poco menos. La vida me puso a prueba y yo puse (muy) en entredicho su valor. Y el mío, eternamente cuestionado, volvió a gritarme que no, que no valgo para echarle un pulso, que estoy muy tierna todavía. A tiempo, eso sí, de haber evitado cualquier daño colateral con nombre propio de experto en los timbres de mi voz. A nueve días me he preguntado dónde han quedado las reglas del juego ahora que éste se ha vuelto otro. Las que acordamos y las que, al menos yo, perdí por el camino. Quizá me cansé de jugar pero me faltó el valor para abandonar(te). Y ahora que lo he reunido, el tiempo se ha diluido en las últimas lágrimas que llevan tu nombre, que no le sientan bien a mis ganas de besarte, de cogerte con vicio, de quitarte la ropa, de perder la calma, de sudar contigo. Se esfuman las ganas junto a los besos (y otras cosas) que ni nos dimos, ni nos dijimos. Amanecerán días más fríos y me tendré que acostumbrar...

-Este mes has sido toda una valiente.
-Lástima que la cobardía me haya ganado la batalla casi al final. Otra vez.