martes, 29 de abril de 2008

Quién me ha robado el mes de abril...

Últimamente tengo la sensación de que las horas – quien dice horas dice días, semanas, meses... - pasan demasiado deprisa, y lo reconozco, es algo que me llega a desesperar. Sobre todo en momentos en los que miro el reloj y para mi sorpresa las agujas indican dos horas más de las que espero. ¿Cómo puede ser posible un margen de error de más/menos dos horas? Y no quiero que sigan avanzando, sino que se pare el mundo unos miles de instantes, suficientes para averiguar en un rato todo lo que no he sabido sobre ti en cuatro años. Dicen por ahí que si consiguiésemos movernos a velocidades próximas a la de la luz, los conceptos de distancia y tiempo cambiarían: el tiempo se dilata y la distancia se contrae. Pero hasta qué punto es eso cierto, si nadie puede moverse a la velocidad de la luz. Aunque sería perfecto: dilatar el tiempo contigo hasta límites infinitos y contraer aún más la incómoda distancia que separa tus labios de los míos. Sin duda el mes de abril más corto de mi vida, con sus 30 días y 30 noches como todos, y paradójicamente (o no) el más intenso en mucho tiempo.

...lo guardaba en un cajón, donde guardo el corazón.

domingo, 27 de abril de 2008

Hipersensibilizando


Yo terminaba un puzzle de razones para continuar y ella era la última pieza. Le pedí q viniera a un lugar desconocido y aceptó ir a mi casa. Me contó que su memoria estaba llena de olvido, son cosas que pasan...

Ni siquiera sé tu nombre y tampoco si hace falta, no me importa si me mientes... qué tal si en lugar de marcharte, te quedas hasta mañana y somos dos supervivientes.




Y al final nos hizo el sol.

domingo, 20 de abril de 2008

A ti, a mí.


A ti que te has colado
en el coto privado de mi vida.

A ti que aún no sabes
los besos que te caben en la boca,
a ti que has comprendido
que a veces el olvido se equivoca,
a ti que has preferido
vivir como si nada fuera eterno.

A ti que has detenido con un beso el reloj,
a ti que me enfermas,
a ti que eres mi envenenada medicina.

A ti que vas deprisa
por miedo a que la risa se marchite.


Y a mí, que he decidido no prestar atención
a frases del tipo: ese menda va a ser tu ruina...

lunes, 14 de abril de 2008

Canciones para el tiempo y la distancia

Quizá es esa sensación de eterna novedad, que hace que cada momento sea único, pese a ser la misma cafetería, al mismo bar, o el mismo banco cada vez. Quizá sea el consejo perfecto en el momento oportuno, mis temores en sus palabras, su risa en mis lágrimas, mi valor en su miedo a fracasar. Mis miedos más (in)confesables. O tal vez sea la sensación tan cálida que me acompaña desde el principio de los principios, ésa que siempre ha hecho presagiar que era para toda la vida -paréntesis incluidos-. Desconozco qué es exactamente lo que hace que las cosas sean como son, pero para mí está (más que) demostrado que da igual si nos separan cinco minutos caminando y dos paradas de metro, o dos mil kilómetros; la esencia es la misma. Vaya suerte que tengo de tenerte a mi lado.


Desde Madrid con todo el cariño. No es lo mismo sin ti.

domingo, 13 de abril de 2008

Perspectivas (I)

Quien quiere cambiar las cosas, busca la forma. Quien no, busca una excusa.

viernes, 4 de abril de 2008

Lo que tú quieras oír

¿Debido a qué extraño efecto los relojes marcan el tiempo más rápido o más despacio según cuánto seas capaz de disfrutar de la situación? ¿No es el tiempo algo ajeno a la condición humana, una magnitud absoluta cuya medida se supone idéntica para todos los observadores y situaciones? Porque dos horas contigo son poco más que dos minutos; y sin embargo, dos horas de una soporífera clase de estructuras equivalen a toda una vida y a un vistazo al reloj cada tres minutos con la consiguiente decepción por el lento transcurrir de las manecillas. En cualquier caso, ¿no podría ser justo al revés? Quiero decir, que cuando todo está a favor, la sensación debería ser que el tiempo pasa muy despacio, tan despacio como para disfrutar de cada momento y ser capaces de memorizar todos los detalles que permitan reproducir la situación una vez pasada. ¿Te imaginas? Algo así como conectar mi mente después al PC, cable USB mediante, y ser capaz de ver los clips de mis recuerdos, una y otra vez, tal y como los viví. Y grabarlos en un pen y prestártelo, para que sepas cuanto tiempo gasto al día para no pensar en ti. Y retocarlos con Photoshop si no me gustan, si no tienen el brillo justo, si quedan mejor en blanco y negro. Y editarlos con Pinnacle hasta conseguir que me beses si no lo hiciste, que me digas lo que quise oír, o añadirle mi particular banda sonora. ¿Te lo estás imaginando? Y mucho mejor que eso, si los momentos fuesen incómodos, superficiales, insulsos, hirientes, que el tiempo pasase tan deprisa que impidiera retenerlos, como un filtro que bloquee la capacidad de recordarlos más tarde. Sería un invento genial, sobre todo en su posible aplicación contra los malos recuerdos, ésos que con el paso del tiempo siguen doliendo como el primer día.

A ti: sueños aparte, vendrán tiempos mejores.