domingo, 19 de septiembre de 2010

Carta a nuestras catástrofes

La sensación o la suerte, la suerte de mirarte, de quererte. De QUERERTE. La suerte y la casualidad, la ventura, el porvenir, el sino, el acaso, la circunstancia. La ciencia o la coincidencia. Co-in-ci-den-cia. O el destino, que ensucia los recuerdos, y los revuelve en el mismo cajón que los miedos y las ganas. Y olvidas por qué te morías unas veces de miedo y  otras de ganas, sin orden aparente, dependiendo de por dónde saliese el sol. Y lamentas no haberlo sabido antes, pero las palabras que no existen no nos pueden salvar. Y no hay instrucciones, y quien cree en el amor si apenas queda. Si lo único que queda es algo en cada esquina, en cada bar, en cada portal. Y sonríeme, y dime que siempre desayunas con café. Estoy pensando que qué vamos a hacer si ya no somos invencibles. Si soy capaz de romper ventanas para que te lluevan cristales, doblarte la distancia y sumar cien. Que la gente solo debería enamorarse cuando exista una buena historia, y ésta, joder, ésta es aún mejor. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho, te sigo. Pasate por el mio si te apetece. Un beso.