martes, 3 de junio de 2008

Bienvenida a casa

Hace poco llegué a la conclusión de que inconscientemente dividía mis situaciones en dos tipos de momentos, los que eran capaces de cortarme la respiración y los que no. He de reconocer que los primeros son muy fácil de identificar por lo inequívoco de sus síntomas, pero sobre todo porque sólo con ésos y nada más que con ésos, me sorprendo con la capacidad de recordar durante años cada gesto, cada mirada, cada sonrisa, cada palabra que los componen. Ese recuerdo sigue provocando en mí el mismo efecto que en el momento real, y así, mientras ordeno a las mariposas devolver el nudo a mi estómago, te incluyo en mi (ya extensa) colección de buenos recuerdos. Y no creas, no se trata sólo de recuerdos importantes, de grandes amores, de fechas inolvidables, sino de todos esos momentos, incluidos los de mi vida más cotidiana, que consiguen por un instante que me de un vuelco el corazón. Basta una sonrisa en la escalera, una llamada inesperada, una nota en mis apuntes, o una cervecita unida a conversación trascendental con mi otra mitad en ese lugar tan especial y que tanto me recuerda a ti.

1 comentario:

Unknown dijo...

ñiñiñiñiñ, ya está su amigüita en Madrid...ya está contenta la niña, no? ñiñiñi ^^


me tienes que contar cómo fue el mix llegada de patri+examen+agobio+amor+bla bla bla...

un besote, ASÍ de grande.