domingo, 26 de octubre de 2008

Aunque tú no lo sepas

Quiero encender los lunes en tu espalda... y una tormenta después. No hay mucho que hacer, aparte es estar despiertos en la cama, ya pueden caer las torres de Manhattan... comernos a besos y marcar con mis huellas digitales cada milímetro de tu piel para que puedan acusarme con todos los cargos cuando pequemos de vicio al traspasarnos una y otra vez. Como me traspasa tu mirada de arriba a abajo, frente a la mía de abajo a arriba, mientras besas mi frente que queda justo a la altura de tus labios. Ellos, que son protagonistas de mis sueños con cita una vez a la semana y asombrosa puntualidad una y otra vez. Semanas que se pasan a la sombra del teléfono esperando oír sólo lo que quiero escuchar y nunca vas a decir. O leer algo parecido en un mensaje de madrugada, ésos que dicen cosas de las que (haces que) te arrepientes por la mañana. La mañana, subo la ventana, la calma, caricias, tu respiración… tu almohada, tus ojos, tu mirada... dejemos que la luna se quede esta vez a mirar. Y abrázame después hasta que duerma, y cuando suspire retírate a tu espacio, para que el más dulce de los escalofríos me despierte en medio de la noche cuando me abraces de nuevo. Y que sea porque no puedes dormir porque siempre estás soñando, en invierno con el sol... con las nubes en verano. Convertirme por derecho en protagonista absoluta de todos tus sueños, como lo son tus besos de los míos, y que lo recuerdes todo al despertar mientras disparas contra las manecillas del reloj al que maldices por ser el único culpable de trasladarte sin piedad al mundo real. Culpable como yo de estar enganchada sin remedio a una historia que continúa complicándome la vida de manera proporcional a la rapidez con que avanza el tiempo. Complicándolo todo porque tienes el don de la (in)oportunidad más irresistible que conozco, tan cierto como que conocerte es lo mejor que me ha quedado de la decisión más dura a la que me he tenido que acostumbrar. Como me he acostumbrado a que no juegues para no perder, a que hagas trampas para no ganar... a que no nos besemos para no soñar. Para no soñar con cada momento vivido que recuerdo, recordamos, con sorprendente nitidez mientras todo sucede exactamente al revés, mientras yo busco de forma inconsciente tu olor en otros nombres y otros cuerpos, mientras agoto mis esfuerzos en evitar que el pasado me alcance de nuevo. Y tú... tú lo arreglas diciendo que te vuelve loco mi sonrisa, y entonces sonrío mientras pienso cuánto te gusta que sonría, y todo se mueve en torno a un círculo de perímetro que tiende al infinito. Como al infinito tienden las ganas de eliminar el pegamento para que, si nunca vuelves, el mundo se caiga en pedazos, como los de las almas rotas, que si no se reparan a conciencia, nunca vuelven a cicatrizar, nunca vuelven a ser las mismas, nunca vuelven a confiar. Ojalá tuviera el valor de decir(te) que no pasa nada, que puedo esperar hasta que tú te des cuenta de la mitad de estas cosas y vengas a buscarme... pero no puedo estar esperando siempre y prefiero no mentir(me) hasta mañana, cuando vuelva a intentar convencerme por enésima vez de que tengo mil razones más para olvidarte que para esperarte.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Alguien dijo una vez:
Me sorprendio ver el puzzle de mi cabeza y mis pensamientos escrito el jueves..y lo sigo pensando un siempre es un siempre aqui y en plutonio.
Y aunque luego haya mas gente, me da totalmente igual.. no quiero nada de nadie si no apareces tu, pq nadie para el tiempo como tu lo haces.

R. dijo...

Y aún así sigues esperando que salga de su boca un discurso que te haga llorar (pero de emoción.)